1. El árbol genealógico de los maestros
Siempre se dice que hay que aprender de los maestros.
Estudiar lo que han hecho los mejores en nuestra actividad, para aumentar nuestros conocimientos y aprender de sus errores.
En la actualidad, existen multitud de contenidos en la red que pueden servir a tal efecto. Creo son los que la mayoría de la gente utiliza para formarse.
Pero se puede ir más allá.
Es lo que yo llamo el “árbol genealógico de los maestros”.
Allá por 2009, antes de venirme a Alemania, estaba haciendo el doctorado en Córdoba, con un programa organizado por la Escuela de Arquitectura de Madrid.
En aquellos cursos, de los que tengo un gran recuerdo, tanto de los compañeros como de los profesores, se me quedaron clavadas las palabras de Javier Sáenz (un profesor extraordinario).
Estábamos hablando del aprendizaje, de los arquitectos que tomábamos como referencia para aprender, etc. Él nos dijo que los arquitectos grandes (no me refiero a los famosos arquitectos estrella, sino a los buenos de verdad, aunque a veces sean las dos cosas) no beben de lo que hacen los competidores, o los maestros que conocemos todos.
Ellos estudiaban a otros arquitectos que no son conocidos por la mayoría, pero cuya obra era de una calidad extraordinaria.
Os lo aterrizo para el mundo del marketing.
Cuando Isra Bravo explica en sus formaciones conceptos de copywriting, no cita a Javi Pastor o a Maider Tomasena, que son los referentes de la mayoría. Él habla de los grandes copywriters americanos de principios de siglo, o de otros que solo conocen aquellos que han profundizado en la materia.
Él estudia a los maestros de los maestros.
Va ascendiendo por el “árbol genealógico”, como si fuera de los hijos a los padres, y de los padres a los abuelos.
De este modo se distingue de la mayoría.
Acude a la fuente, no a la cita.
Sea lo que sea lo que hagas, no te limites a ver lo que hacen los más conocidos. Profundiza y busca a a los referentes de tus referentes.
Llega hasta el nivel de profundidad más alto que sea posible.
Así tendrás un conocimiento que la mayoría no tiene.
2. Escribir, pensar, y vuelta a empezar
En 17 años trabajando como arquitecto, lo que más me ha gustado siempre ha sido proyectar.
Coger un lápiz y traducir aquello que pienso, a líneas sobre el papel.
Dibujar y dibujar hasta que consigo darle forma a aquello que estoy creando.
Este proceso, que que vale para diseñar un edificio, sirve para cualquier cosa.
Para cualquier desafío intelectual que afrontemos.
En este caso, me refiero a otra forma de plasmar nuestros pensamientos en una hoja vacía: escribir.
Poner nuestras ideas negro sobre blanco hace que tengamos que desarrollar con más profundidad aquello que queremos hacer, no simplemente divagar.
Se trata de estructurar las cosas, más allá de lo que tenemos en la cabeza.
Enumera los puntos más importantes, y luego desarróllalos, de la forma más detallada que puedas.
En la entrevista que Adrian Sáenz le hace al economista Juan Ramón Rallo, éste dice que el necesita escribir las cosas, para poder entenderlas bien. Que si es capaz de desarrollar el tema por escrito, entonces tiene la certeza de que lo ha entendido correctamente.
Yo siempre tengo una libreta en la que anoto las cosas que se me ocurren.
A mano, nada de ordenador.
Escribir a mano te estimula el coco de una forma diferente. A mí me funciona mucho mejor que el ordenador, a pesar de que éste, claro, tiene sus ventajas, como el poder tener siempre disponible toda la información acumulada.
Tengo que añadir, o reconocer, mejor dicho, de que soy un friki de todo lo que tenga que ver con el material de papelería, y tiendo a acumular libretas y útiles de escritura.
Algo que me pasa a menudo, es que empiezo escribiendo algo sobre el proyecto que estoy desarrollando, y a medida que fluye la escritura, se me van ocurriendo nuevas ideas, que probablemente no habrían aparecido, si no estuviese haciendo el esfuerzo de poner lo que pienso por escrito.
Escribir tiene un gran poder.
Se dice que si tienes objetivos que quieres cumplir, los pongas por escrito.
Entonces es cuando toman una dimensión diferente. Has dado el primer paso para hacerlos realidad.
Escribir ayuda a pensar.
Y pensar, pensar bien, es fundamental para tener éxito con nuestros proyectos.
Escribe.
3. Dime con quién andas...
Al dejar mi trabajo como arquitecto para dedicarme a los negocios por internet, tenía varios objetivos:
Ser el dueño de mi tiempo.
Hacer desaparecer el techo de mis ingresos.
Elegir mis proyectos.
Dentro de este último punto, entraría también el elegir a la gente con la que quiero trabajar.
Trabajar con gente que no te gusta es una destreza, que reconozco que conviene desarrollar lo máximo posible, porque no siempre puede uno elegir.
Pero el hecho de que sea una habilidad, no significa que sea algo deseable.
Todos hemos trabajado con gente, tanto compañeros como clientes, que no nos gustaban.
Gente cuyo efecto era similar al de la Kryptonita con Supermán.
O al del champú, con algunos chavales de la Plaza de la Corredera.
En mi caso, era un motivo evidente para no tener ganas de ir a trabajar.
La consecuencia es que los resultados de esa labor, no son todo lo buenos que podrían ser.
El trabajo es parte de mi vida, y dentro de ella sólo quiero gente con la que me sienta a gusto.
De este modo, igual que he tenido un trabajo y me he esforzado para conseguir la libertad que disfruto ahora, pienso que hay que darlo todo para largar a aquella gente a la que no te quieres acercar ni con un palo.
Largo.
La realidad no siempre es como nos gustaría, pero nosotros también somos en buena parte responsables de ella.
Actúa en la parte que te toca y fuera bichos.
En general, si uno trabaja para una persona con la que no conecta, es más difícil hacer un buen trabajo.
Eso es así.
Mirándolo desde el punto de vista positivo, si uno trabaja con compañeros o clientes con los que está a gusto, los resultados seguro que van a ser mucho mejores.
Vas a aprender de los demás, a enriquecerte con tu presencia, y a lo mejor, hasta te tomas unas birras.
Vas a tener ganas de trabajar.
¿Qué más puedes pedir?
Haz todo lo posible por rodearte de gente que te aporte.
4. Menos pensar y más actuar
No es que no me guste la gente.
Bueno, hay muchos que no me gustan, la verdad.
En relación con interactuar con otros seres humanos, me pasa como con conducir, me como mucho la cabeza antes, pero luego cuando estoy en ello, creo que lo hago bien, e incluso me gusta.
No sé si he comentado antes en esta newsletter, que también tengo un negocio inmobiliario (o que aspira a serlo).
Este jueves tuve que desplazarme a otra ciudad para enseñar un garaje que tenemos en alquiler, y había concertado cinco citas con interesados.
Los dos días anteriores me había estado comiendo la cabeza y pensando en lo poco que me apetecía quedar con esas personas.
Pero por otro lado pensaba en la tan manida zona de confort.
Si hago algo que esté fuera de la dichosa zona, algo aprenderé. Cogeré experiencia que me servirá después.
Este pensamiento me ayudó bastante a sobrellevar lo que tenía que hacer.
Al final, hablé con todas esas personas, y fui mejorando en cada cita, y sintiéndome más cómodo.
Y cuando cogí el tren para volver a casa (por supuesto con retraso), volví muy contento, como si hubiera aprobado un examen (porque además encontré un inquilino).
Porque además eso que aprendí no podría haberlo tomado de ningún libro. En esto, en vender, en tratar con gente, solamente funciona la práctica.
Así que si quieres peces, mójate el culo.
Eso no significa que te tengas que tirar al agua en vaqueros. Tírate en bañador, es decir, prepárate antes de forma teórica, si quieres, pero no le pongas excusas a tomar acción.
No hay atajos.
5. Si el mejor trabaja más que tú, entonces algo falla.
En enero de 2013, estuve en el Camp Nou de Barcelona, viendo el partido entre el Barça y mi equipo, el Córdoba CF.
Spoiler: perdimos (honorablemente).
Reconozco que no recuerdo exactamente cómo me vino esto. Creo que fue en una entrevista que vimos. En ella, Aritz López Garai, centrocampista del Córdoba, que era de lo mejorcito que teníamos, habló de la cantidad de kilómetros que hacía Xavi Hernández en un partido.
Estaba impresionado de cuánto corría el tío.
Entonces, hablando con mi hermano, que había estado conmigo allí, le dimos vueltas a esto.
Nosotros habíamos visto fútbol de Segunda B por un tubo.
Pensábamos en la cantidad de jugadores que se arrastraban por el campo, incluso de los más jóvenes.
Jugadores que no le ponían ganas al asunto.
Pensamos que si Xavi, el mejor mediocentro del mundo, corre como un burro durante los partidos, qué excusa tienen aquellos que son peores que él, para no poner toda la carne en el asador en el campo.
No es solo talento, es que hay también mucho trabajo detrás.
Otro ejemplo:
El otro día escuché (mientras me moría de frío en la estación del tren) la entrevista que le hace Ángel Alegre a Dean Romero. En ella, Dean dice que Fede Caruso saca unos 5.000 artículos al mes para sus nichos.
Sí, con IA, pero eso no deja de ser un montón de curro.
Si tú haces nichos y no eres tan bueno como él, si encima trabajas menos no te vas ni a acercar a sus resultados.
Con esto quiero decir, querido lector, que si quieres resultados como los que tiene X, vas a tener que echarle más horas que X.
Así que ve abriendo el Google Calendar, elimina las suscripciones de Netflix, HBO, etc, y al toro.
Ya sabes.
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Me han encantado:
- El aprendizaje 1: nunca lo había pensado y es verdad que ir a la fuente de la fuente es bastante diferencial. Aunque a veces el de en medio igual cuenta las cosas mejor que la propia fuente.
- El aprendizaje 4: hay un delicado equilibrio entre formarte / prepararte para algo y actuar. Es este vídeo de 30 segundos lo cuentan de una forma brutal: https://www.instagram.com/reel/CvGjVOGr9yC/?igshid=MzRlODBiNWFlZA%3D%3D
- El aprendizaje 5: la gente quiere ser como sus referentes pero quiere trabajar la mitad que ellos 🤣🤣
Mucho valor y muchos aprendizajes Rafa.